Elaboración de vasos. (Hot drinks)
Cartón
Tapaderas para vasos.
La cultura del café y otras bebidas calientes para llevar es, en mucho países, no solamente una experiencia del día a día sino un gran negocio. A diferencia de tomar un café en una taza de cerámica o en un pequeño vaso de plástico en un establecimiento, millones de personas compran café para llevar. En países como Estados Unidos es muy común ver a miles personas caminando, en los medios de transporte público o en sus propios vehículos, llevando un vaso de cartón con café. Todos estos vasos llevan una tapa plástica que impide que el líquido se derrame, estás son las llamadas Coffee Lids.
La profesora Louise Harpman de Gallatin en NYU, socia fundadora de la firma de Arquitectura y Urbanismo Specht Harpman Architects, posee junto con su socio Scott Specht la más grande colección de tapas plásticas desechables para café . Más de 500 tapas que recogen parte de la historia de la cultura norteamericana de la comida para llevar.
Estos pequeños discos de plástico con formas diversas, insólitos diseños, ingeniosas pero desconcertantes geometrías fueron en 2012 parte de la esposición FOOD: Transforming the American Table 1950-2000, realizada en el National Museum of American History – Smithsonian.
En este video, Harpman esboza los desafíos prácticos de algunos diseñadores sobre el diseño de estas tapas de café y muestra algunos modelos inusuales favorito. Louise Harpman, profesora de diseño y arquitectura, sostiene se adhiere a la conocida tesis que dice que el “diseño está en todas partes, incluso en los objetos de uso cotidiano que damos por sentado”.
En esta exploración sobre tapas plásticas desechables para café, la pareja de coleccionadores escriben sobre una taxonomía de estos objetos en el artículo Peel, Pucker, Pinch, or Puncture? Coffee Lids, Explored, publicado en la Revista Cabinet.
Se conocen al menos 40 diferentes patentes individuales de tapas plásticas de café desde 1934. La tapa plástica para bebida caliente en vasos de espuma de poliestireno y envases de cartón han existido desde la década de los setenta. Antes de esta invención, las tapas de cartón eran la única opción.
La gran variedad en el diseño de estas tapas hace muy difícil precisar la autoría de esta invención, pero definitivamente la reconocida Coffee Cup Lid (Solo Traveler) de 1986 del diseñador Jack Clements marca un hito en este campo. Esta tapa formó parte de la exhibición Humble Masterpieces del MoMA en 2004.
En 1994, todos recordamos el caso de la señora Stella Liebeck quien sufrió quemaduras de 3er. grado cuando se le derramó un vaso de café en las piernas. Una demanda millonaria contra la cadena McDonald abrió el espacio para que se incluyeran en estas tapas las advertencias sobre el uso.
Para el periodista especializado en diseño, escritor e historiador norteamericano Phil Patton estas tapas son un buen ejemplo del siginificado de los productos mundanos en la cultura: “Coffee lids show the whole vast machinery of modern culture, material engineering marketing advertising and design carefully swing about and address itself to this most mundane of objects like thousands of other mundane objects“.
Este asunto de las tapas para vasos de café ha sido el tema de ejercicios en Escuelas de Diseño en todo el mundo y motivo para la creación del Concurso Internacional Betacup Challenge, focalizado en los problemas del vaso más que de la tapa.
En términos ambientales y en relación a toda la cadena de reciclaje el gran problema es el vaso. Algunos están hechos de poliestireno (material no-reciclable), otros de papel recubierto de cera y algunos de los materiales compostables, de origen vegetal. También aparece la funda de cartón que le colocan al vaso y la tapa, generalmente termofomada en plástico reciclable, siempre que no aparezca el #6, que indica que no lo es.
Es cierto que la atención en la evolución de objetos cotidianos, especialmente aquellos que entran en las costumbres de la gente, permite conocer ciertos aspectos de la cultura de diseño. Una atención que no puede desconocer el impacto negativo de su consumo excesivo. Una cultura que habría que revisar para que millones de estas tapas no terminen adornando las calles de las ciudades, junto a la parafernalia que las acompañan.
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